El cuerpo energético es uno de los niveles más profundos de nuestro sistema, y a la vez, es el más sutil y difícil de percibir. Está íntimamente conectado con nuestra conciencia y apoya todos los procesos del cuerpo biológico. Cuando la conexión con la conciencia es poco clara o no existe, eso produce un profundo daño en el cuerpo energético y hace que éste se vaya debilitando con el tiempo. La vida además se convierte en algo que tenemos que gestionar, luchar o resistir, agotándose poco a poco la energía vital de nuestro organismo hasta el punto de que, el cuerpo físico ya no tiene un sostén energético estable y empieza su proceso de degradación o enfermedad. Para salir de esta difícil situación, necesitamos urgentemente despertar nuestra conciencia elevada y desde ese punto, ir reparando todas las capas físicas, mentales y energéticas hasta lograr un nivel de salud óptimo, que nos facilite el tener una vida lo más larga posible y disponer del tiempo para rescatarla del estado de sufrimiento en el que muchas veces encuentra.
Para realizar este proceso de conexión y evitar tener un cuerpo energético debilitado, hay que realizar varias acciones como son:
-Aprender a percibir cómo estamos energéticamente, ya que esta es la clave para poder salir de situaciones de profunda desventaja energética.
-Limpiar con constancia nuestra energía de cualquier tipo de negatividad o interferencia externa.
-Despertar nuestra conciencia para percibir los niveles más sutiles de la realidad y no caer en la trampa del sufrimiento.
-Comprender que nuestra conciencia tiene un origen y que está interconectada con todo lo que le rodea.
-Reestructurar los niveles sutiles energéticos dañados para darle todo el apoyo al cuerpo físico y que pueda tener una salud lo más óptima posible.
Practicando con constancia estos puntos, podemos aumentar en gran medida la fortaleza del cuerpo energético, a la vez que nuestra conciencia alcanzará cada vez una mayor claridad, lucidez y visión de todos los niveles de la realidad, pudiéndose liberar de la ignorancia y del sufrimiento existencial propio de este plano de tercera dimensión.