Vivimos en un mundo que no sólo es material, sino también energético. El movimiento de la energía sutil no está al alcance del sentido visual, pero si aprendemos a desarrollar otras capacidades sensoriales, como la intuición o la percepción cinestésica, podremos percibir lo que ocurre realmente en cualquier tipo de interacción energética.
Los ataques energéticos, son energías negativas que actúan, consciente o inconscientemente, con la intención de dañar a la persona que los está recibiendo. Pueden provenir de personas a través de la mente, ya que un pensamiento está provisto de una energía que mueve una acción concreta, o a través de entidades astrales. Normalmente, el objetivo del ataque energético de una entidad es el drenaje energético o la parasitación, puesto que estos seres no tienen la capacidad de obtener energía por sí mismos. Necesitan alimentarse de las conciencias.
Algunos signos que nos indican que podríamos estar recibiendo un ataque energético son:
1.- Cambios en el estado de ánimo bruscos, acompañados de una bajada importante de la energía vital sin causa externa que lo justifique.
2.- Experimentar inquietud, insomnio, somnolencia excesiva o mucho cansancio, aún teniendo una buena salud física y mental.
3.- Las cosas en el día a día se tuercen, aparecen obstáculos para conseguir objetivos, todo sale al revés.
4.- Proyectos que van bien, repentinamente empiezan a ir mal sin motivo aparente.
5.- La persona deja de actuar y de pensar por sí misma. Pierde el rumbo de su vida.
6.- Sufrir accidentes sin que haya habido imprudencias.
7.- Hábitos de consumo de sustancias tóxicas. El ataque empieza previamente a través de la incitación a ese consumo.
8.- La persona se vuelve muy reactiva, con predominio de las emociones negativas.
9.- La mente se desestabiliza y la persona empieza a sufrir sin saber el porqué.
10.- Fenómenos extraños en la vivienda o en el lugar de trabajo.
Para evitar que ésto ocurra, es importante fortalecer el cuerpo, la mente y la energía, para así aumentar la capacidad de autodefensa y no dar ningún tipo de entrada a estas energías dañinas. El mantener nuestro cuerpo energético limpio y tener una mente estable libre de cualquier tipo de negatividad, también facilitará que la energía propia esté lo más protegida posible. Para limpiarnos energéticamente, hay que primero despertar la conciencia en todos los niveles, estar en contacto frecuente con la naturaleza y conectar con la energía planetaria, que es la que sostiene la vida biológica día a día.