La sombra, según el psiquiatra Carl Gustav Jung, es el aspecto inconsciente de la personalidad, caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo consciente no reconoce como propios. El escritor Robert A. Johnson, en su libro «Aceptar la sombra de tu inconsciente», también la define como
esa parte psíquica de nosotros que no conseguimos ver o reconocer. También es el vertedero donde acumulamos todas las características de la personalidad que rechazamos.
¿EN QUÉ MOMENTO SE FORMA?
La sombra se origina como consecuencia de la necesidad de que el ser humano se integre en la sociedad y en la cultura. En el momento en que hay una separación entre el bien y el mal, la psique se orienta hacia lo socialmente aceptado y empieza a reprimir lo censurado. Aquello que queda oculto, si no tiene una vía para poderse sublimar, trascender o liberar, va incrementando su fuerza, hasta tal punto de tener un potencial energético tan grande como el del propio ego.

Por lo tanto, dividimos el ser en ego y sombra, porque nuestra cultura nos dice que actuemos de una forma determinada. El ego es lo que aprendimos a mostrar a los demás en algún momento de la infancia, porque era juzgado como «correcto». La sombra es lo que se reprime, porque de mostrarlo, se podría poner en riesgo esa propia estructura egoica.
Cuanta más refinada sea nuestra personalidad consciente, más sombra construiremos en el otro lado y más energía psíquica irá acumulando.
Por el contrario, para que el inconsciente en forma de sombra se pueda ir drenando de forma saludable, es importante aprender a tomar conciencia de estos niveles a través del autoconocimiento. Con ésto evitaremos que esa fuerza psíquica, acabe manifestándose de forma abrupta a través de estallidos emocionales, bajadas en el estado de ánimo o reacciones inesperadas.
Sin embargo, hay que matizar que no todo en la sombra se almacena en forma de violencia, deseos prohibidos o malignidad. También encontramos aspectos positivos o rasgos sublimes propios, que por circunstancias externas, no pudieron ser manifestados, como podría ser por ejemplo, la creatividad, la bondad, la alegría, la sensibilidad…
PROYECCIÓN DE LA SOMBRA
Aunque esos aspectos que se mantienen ocultos se quedan ahí por imposibilidad de sacarlos a la luz, la energía bloqueada necesita drenarse de forma indirecta. Es lo que se llama «proyectar la sombra», que es la asignación a otras personas de los aspectos de la personalidad que no aceptamos de nosotros mismos. Algunos ejemplos de proyección de sombra podrían ser el fanatismo hacia algo o alguien, la crítica, el culpar a los demás de forma compulsiva o una discusión sin causa aparente. En ocasiones, la profesión que se elige o realizar un camino espiritual, también pueden ser proyecciones de la sombra, ya que como dice R.A. Johnson:
la necesidad colectiva de expresar la sombra es más fuerte que la decisión personal de reprimir la oscuridad.

EL PROCESO DE INTEGRACIÓN
La solución a todo este proceso psíquico y energético, está en iniciar un camino profundo de autoconocimiento que nos permita integrar tanto el ego como la sombra. Esta fase evolutiva sería ideal realizarla en la juventud, pero normalmente se inicia a partir de la segunda mitad de la vida, cuando la persona entra en una crisis existencial profunda, al desear alcanzar una mayor plenitud o aumentar su capacidad creativa. Para ello, será necesario desenmascarar el lado oscuro del ego y la sombra generada en el inconsciente, para que pueda salir toda esa energía almacenada y se canalice de una forma más elevada y funcional.
Es importante recordar que estos procesos tan profundos de autoconocimiento son muy complejos, tienen muchas subidas y bajadas y sólo son asumibles para aquellas personas con una fuerte determinación y ganas de salir de una apagada o aburrida comodidad.
Sin embargo, a pesar de la dureza en ocasiones, vale la pena emprender este camino, si se quieren descubrir los secretos más ocultos de esta existencia humana.