Esta ilustración representa la diferencia energética entre tener una percepción de la realidad de tercera dimensión, una percepción que va hacia quinta dimensión:

La figura de la izquierda vive en una tercera dimensión donde todo se ve separado de uno mismo. Existe un «yo» y un «otro» con el que hay que competir o defenderse. Lo que pasa fuera es culpa de lo de fuera, uno solo lo sufre o reacciona a ello. No se puede hacer nada por cambiarlo. A su vez hay un gran ego que puede tomar distintas formas.
Con esta percepción, el cuerpo energético se ve muy cuadrado, como una caja. Y desde esa limitación, las energías sólo pueden fluir hacia abajo. Hay un colapso personal.
La figura de la derecha en cambio, ha traspasado esa visión dual de la realidad. Se ha responsabilizado de sí mismo, ha tomado las riendas de su vida y empieza a decidir lo que quiere y lo que no. Entra en acción, porque sabe que existe una programación mental que limita las posibilidades que uno tiene realmente. Ha aprendido a no dejarse engañar y manipular. Es consciente de sí mismo y de cómo está en interrelación constante con el entorno. Esa conciencia y ese entorno están unificados, con lo que si hay cambios, el entorno mejorará y si no es el caso, se decidirá salir de él.
Esta percepción de la realidad se dirige ya hacia quinta dimensión, y sus energías, al tener una visión más abierta y amplia de todo, se pueden expandir e ir hacia arriba.
Espero que os ayude a aclarar esta diferenciación entre las distintas dimensiones concienciales y energéticas.